POR EL AMOR DE UNA MUJER

domingo, 21 de marzo de 2010

La Abuela María y la muerte : dos visitas esporádicas.





El color café de sus ojos, fue trocando a amarillo miel, y luego a un ámbar parecido a esa sabia que emana de los olorosos pinos. Luego ,los cerró para siempre, sin poder comunicar a nadie que tipo de sensación empezaba a experimentar, una vez que las fuerzas la abandonaron esa madrugada de mayo bastante helada en la casi-soledad del Convento, donde Arturo su nieto, y Blanca la esposa, eran los mayordomos-celadores de la inmensa y triste construcción sita en un risco en el sector más agreste e inalcanzable del Balneario de Las Cruces, a unos 10 kilómetros de Cartagena y donde la congregación de las Hermanas de los Pobres se habían establecido años ha…
La abuela había llegado como llegaba siempre, hacía un par de meses al lóbrego establecimiento , empujada por su carácter de mecha corta, autoremitida de alguna casa de hijo o nieto, y a pesar de esa característica era una regalona de las monjas de clausura, que deambulaban por los senderos laberínticos de la antigua construcción a orillas del mar, cuyas ventanas altas y pequeñas, eran el único horizonte adivinado por las hermanas, desde sus celdas, llegada la hora de reclusión , pero donde se empinaban una encima de otra para alcanzarlas, contradiciendo las órdenes de la superiora, y ensuciando sus talares cafés al rozar las murallas pintadas de cal, ya que bien valía la pena ver y escuchar las olas furiosas dando contra los farallones, un espectáculo fantasmagórico sin embargo, al agonizar el día.
No se supo en todo caso de inmediato lo de la abuela : de su viaje a la eternidad, sin ninguna valija salvo su memoria, y de su absoluta creencia en Dios, por lo cual siempre llevaba una biblia consigo, y la que quedó abierta sobre el velador, dándose cuenta Arturo, al entrar al cuarto, apurado, y notar la ausencia de sus pasos nerviosos en las mañanas, para llevarse la sorpresa de que la bueli, “se había quedado en el sueño”, una manera no tan santa de describir a la Muerte, que de vez en cuando tal como la abuela, visitaba el Convento, pero en “la noche como los ladrones”, y como en la biblia constaba, (decía la abuela siempre por lo demás), “” lo hará Cristo en su segunda venida ….””
(PLUMA VALIENTE e:o)

Publicado por Eduardo Osorio.